Me estoy acostumbrando a quedarme despierta,
intentando encender tus brazos a través de la luna,
esa luna que se oculta mientras cierro los ojos,
dejándote caer inconsciente unos guiños a la distancia.
Nos queda vivirnos en el reflejo de cualquier rincón de esta ciudad y recordarnos que solo nos queda eso,
un beso, un caos permanente de prisas y velocidad,
una meta, solo una para llegar a ti.
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